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AHORA, LA GUERRA DEL AGUA Y EL FUTURO DEBATE POR LA “SOJIZACION”. Por: Darío H. Schueri – Desde Santa Fe

Este lunes a las seis de la tarde, y con la presencia del Ministro de Agroindustria de la Nación Ricardo Buryaile, el Goberndor Miguel Lifschitz recibirá a la cúpula de Carsfé para analizar la problemática hídrica, sus derivaciones y acciones a emprender.

El Gobernador Miguel Lifschitz anunciará esta semana una ayuda “extraordinaria” para el sector lechero afectado.

Siendo auto referenciales, escribíamos en estas mismas páginas hace exactamente un año que “la naturaleza, furiosa por las heridas que le causa el autodestructivo accionar del hombre, irrumpe otra vez en la ribera santafesina con su fuerza letal y aleccionadora ante la impotencia de gobernantes y afectados”. Fue cuando el Río Paraná – que a Dios gracias hoy día permanece bajo- inundaba nuestro litoral fluvial. Y tres meses más tarde azotaba impiadosamente la misma cuadrícula geográfica que inunda hoy.

Decíamos hace un año que “el cambio climático viene a llevarse puestas las mejores intenciones de los gobernantes, cacheteando a quienes hicieron realidad la profecía autocumplida, que ahora los líderes mundiales intentan corregir en “cumbres” climáticas que pretenden enmendar lo que no se cumplió en otras parecidas, cuyos “protocolos” ni siquiera leyeron los que tenían que aplicarlos. Las “fuerzas del mercado”, la codicia y el egoísmo ganaron la pulseada. El planeta perdió”.

El economista Guillermo Allón, que estuvo hace dos años en esta capital invitado por la UISF, Allón describió que por la acción del hombre el cambio climático es una realidad, referenciándose de tal modo en estudios científicos que señalan que la humanidad está viviendo el fin del período holocénico que se inició hace unos 12 mil años, lo cual para el investigador “no quiere decir que se acabará el mundo, sino que planteará nuevos paradigmas”, y teniendo en cuenta el apotegma de que “cada amenaza es una oportunidad”, algunos países podrían perjudicarse con el cambio climático, mientras que otros se beneficiarían al poder contar con zonas cultivables donde hoy es terreno yermo.

Finalmente, el ilustre visitante nos calmó diciendo que de la misma manera en que el hombre trajo distorsiones, la irrupción de la tecnología aportará soluciones en la medida en que haya una cuidada planificación.

La misma película, los mismos reclamos; ¿el mismo final?

Los desesperados productores agropecuarios – y pobladores en general – de las vastas zonas recurrentemente inundadas pugnan por mas obras hidráulicas que les saque de encima la maldición hídrica (¿y si en otro momento hiciera falta?).

En Santa Fe existen más kilómetros de canales (oficiales y “paraoficiales”) que de rutas, o sea que la cosa no pasaría por ahí entonces. Eruditos ocasionales en hidráulica e hidrología pontifican sobre la planificación hídrica en la Provincia, cuando los treinta y pico Comités de Cuencas que funcionan en la Provincia proyectaron las obras con asistencia de expertos hidráulicos de la Provincia junto a los propios productores. Basta con mirar Google Earth para advertir la telaraña de canalizaciones- insistimos: legales y no autorizadas- que existen en la zona núcleo afectada.

¿Es responsable de lo que pasa la Diosa soja y su hija dilecta la siembra directa, que impiden, aseguran algunos expertos, la absorción del agua por parte del suelo?. Es indudable, mal que les pese a algunos, que la soja – como monocultivo – entró definitivamente en debate, y como el clima, no tiene marcha atrás.”La esencia del problema es el modelo de producción y sobre el cual parece que es bastante difícil discutir”, opina el diputado Santiago Mascheroni, quien se anima a plantear el término “Bloomberización” en este debate, o sea, colige, “que el Estado haga lo que la “gente reclama”: canales y más canales sin asumir que la producción debe poner lo suyo y dejar de trasladar las externalidades negativas a la comunidad inundando poblados para desagotar campos; o y los intendentes anegando campos productivos para secar sus poblaciones”.

El cristinismo ideó – con la valiosa colaboración de los extraordinarios precios internacionales de la soja- un perfecto plan macabro para arriar a los productores, si querían seguir viviendo del campo, hacia la sojización indiscriminada mediante la planificada destrucción de la ganadería, la lechería, el trigo, para quedarse con el 35 % de retenciones al “yuyo” (que le dio a su vez confort y progreso a pueblos y ciudades) para subsidiar, “sin endeudarse”, desde oportunos planes sociales hasta los servicios (luz, gas, transporte) cuya reversión es el nudo gordiano del Presidente Macri.

Un ingeniero agrónomo cordobés (Nicolás Bertram) se animó a cuestionar el monocultivo sojero, y hoy está a punto de ser expulsado del Paraíso profesional por semejante herejía: “es totalmente diferente si vos tenés pasturas, pastizales y montes a que si en toda esa superficie tenés cultivos agrícolas con napas cerca”, insiste sacrílegamente Bertram.

El Ingeniero José Weber, quien supo ser Subsecretario de Recursos Hídricos de la Provincia en los años ochenta aporta lo suyo: “no tenemos conciencia real de los caudales que se movilizan. Quizá no habría que pensar solo en canales, sino también en grandes lagunas y esteros de reservorio”.

El Gobernador Miguel Lifschitz (orillando la famosa frase de Carlos Reutemann “a mí nadie me avisó”, cuando dijo de manera exculpatoria que “a mí me dijeron que teníamos que prepararnos para un año de sequía por la Niña”), consciente de que estamos ante un fenómeno de escala ambiental inimaginable, convocó a un comité de expertos climatólogos para que le descifren el oráculo del tiempo.

Mientras tanto, tendrá que lidiar con lo que se viene: la guerra del agua.

Los productores agrícolas también se basaron en las predicciones de los meteorólogos (sequía) para el diseño estratégico de sus siembras. Y así les está yendo.

Que no se planifica sin tener en cuenta que la tierra no es un planeta “muerto” como sus aledaños del sistema solar (diría Jorge Coglan del CODE), es verdad. Expertos coinciden – como Allón – que el cambio climático responde a otros factores de reacomodamiento atmosférico global que escapa a la mano del hombre. Hoy lo que se analiza es el impacto que tienen lluvias muy severas y vientos focalizados, muchas veces en pocos kilómetros, no son los huracanes del Caribe, pero es cierto que se dan con mucha intensidad.

Un ejemplo: se habla en la zona del Departamento Castellanos del ensanche – hasta transformarlo en un cuasi Río como el arroyo Colastiné – del canal Vila – Cululú (que desagua en el Río Salado, que a su vez desemboca en esta ciudad capital, teléfono para José Corral). Pues bien, el Vila – Cululú data del año 1936 y se hizo para evacuar una cuenca de 60.000 Has; nunca se ensanchó y actualmente evacua una cuenca de 200.000 Has, más el agua que baja desde Córdoba. ¿Alguien piensa que no desbordaría inundando, como en estos días, campos que nunca se inundaban y que ahora tienen un metro de agua?.

¿No sería mejor “desviar” el agua de Castellanos hacia la cuenca del Arroyo Colastiné que desemboca en el Río Coronda entre ésa ciudad y Arocena?. Santa Fe capital, último bastión aguas abajo, sitiada además por el Río Paraná estaría agradecida.

Ejemplos como el sindicado los encontramos por decenas en toda la geografía hídrica provincial. El mismo debate sucedió hace años con los Bajos Submeridionales (que aún esperan las compuertas y retardadores); y los mismos productores desesperados, o egoístas, que por entonces taponaban canales existentes o construían irregulares (que no puede manejar legalmente la Provincia porque un proyecto de Ley del Senador Lisandro Enrico modificatorio de la Ley de Aguas duerme en el Parlamento) también son los que hicieron y hacen eso en otros Departamentos. Ya hubo recursos de amparo para evitar – paradójicamente – la construcción de canales, y por estas horas estudios jurídicos tramitan futuras demandas a la Provincia.

“El criterio de manejo de los excedentes hídricos requiere de un alto grado de solidaridad difícil de encontrar en los involucrados”, dice el ingeniero Carlos Carrara, experto en planificación hidráulica.

Urge tratar la existente -en debate parlamentario- o una nueva Ley de Aguas que ordene y sistematice lo que los climatólogos, meteorólogos, astrólogos y demás pronosticadores auguren para los azarosos tiempos por venir. Y los Bosque Nativos.

Para conciliar los intereses está el Estado con su constitucional división de poderes.

El Gobernador Lifschitz está ante del desafío histórico de congeniar los intereses económicos y sus “soja dividendos” con los sociales y el nuevo paradigma productivo que está naciendo.

Y los políticos: en un año electoral estas inundaciones se llevarán puesto al más pintado.